Here is an article by Gardenia Mendoza, a writer for El Heraldo, a major Mexican newspaper on the Arizona Mexican American Studies court case that I had meant to post earlier. Nevertheless, it is a great piece because it fosters awareness to Mexicans in Mexico of our Mexican American Studies movement in Arizona and Texas. You can read the Google-translated English-language version of this article here.
Accordingly, I'm happy to say that I'll be going at the end of the month to the Universidad Pedagógica Nacional in Guadalajara, Jalisco, Mexico, to talk to education/teaching faculty and students about Ethnic Studies in the U.S. and specifically on our work related to Academia Cuauhtli.
In light of the fact that approximately half a million children are now in Mexico with their families as a result of deportations and families simply returning because of our current political situation—and with 9 out of 10 of them being U.S. citizens—it is encouraging to consider that Mexico is taking notice of our efforts—presumably to see how they might be able to accommodate them better. This December 2, 2016 article that I posted to my blog provides additional context to this crisis or opportunity, depending on how one looks at this.
Universidad Pedagógica Nacional, Guadalajara, Jalisco |
Thanks to Dr. Olmo Freire for the invitation! Muchísimas gracias!
I'll have much more to share on all of this later.
Angela Valenzuela
Ser o no ser azteca en USA
Los mexicoamericanos en Arizona se juegan en estos días uno de los asuntos más importantes de su existencia: la identidad que una ley promulgada en 2010 (la HB2281) trató de eliminar de un plumazo al prohibir la matrícula de Estudios México Americanos (MAS, por sus siglas en inglés).
Activistas chicanos encabezados por Sean Arce, uno de los fundadores de MAS, y apoyados un equipo de abogados y activistas, llevaron su inconformidad por la HB2281 -promovida por el senador republicano John Huppenthal- al Tribunal de Distrito de los Estados Unidos que desde el 26 de junio debate si es inconstitucional o no.
Todo comenzó justo en el distrito de Tucson, en la zona de La Mesilla, el último territorio que se anexó EU de su vecino del sur, donde MAS comenzó a impartir lecciones en 1978 para combatir la segregación racial de las comunidades latinas cuyos estudiantes, “al no sentirse identificados con la matrícula” oficial tienden a abandonar la escuela.
Los planes de estudio de la escuela pública de EU prácticamente reduce a dos párrafos la relación bilateral histórica con México. Pasa de largo detalles sobre cómo fue la anexión de California, Nuevo México, Texas y La Mesilla y omite cualquier información sobre comunidades indígenas que no sea el aborigen Squanto, quien fue intérprete aliado de los ingleses y por quien se celebra el Día de Acción de Gracias.
En cambio, los Centros de Estudios Étnicos mexicanos, tanto en Arizona como en California, Nuevo México, Colorado, Minessota, Oregon y Texas (donde se imparten), ponen el foco en las culturas indígenas de los estudiantes como la academia Cuautli en Austin, que preside Ángela Valenzuela, donde incluso se enseña el náhuatl y danzas prehispánicas.
Otros temas en sus planes de estudio son la migración, los derechos civiles y el colonialismo mayoritariamente ignorados en los planes oficiales. MAS de Tucson incluyó a 12 autores lo que enfureció a los republicanos y quedaron prohibidos con la HB2281.
Entre ellos varios chicanos que hablan sobre los indocumentados (Sandra Cisneros, con The House of Mango y Francisco Jiménez con Life of a Migrant Child); un dominicano que describe sobre ser foráneo en New Jersey (Junot Diaz, con Drown); el finalista del premio Pullitzer Luis Urrea, con The Devil’s Highway y hasta William Shakespeare, con The Tempest.
Para los gobernantes que votaron a favor de la HB2281 en Arizona estas obras y en general las enseñanzas de los Centros de Estudios promueven el derrocamiento del gobierno de los Estados Unidos y el resentimiento hacia una raza o clase de personas porque sólo toman en cuenta a un grupo étnico particular y abogan por la solidaridad étnica en lugar del tratamiento de los alumnos como individuos.
Los argumentos que ignoraron fueron las ventajas. Del hecho de que cualquier interesado de cualquier raza tendría acceso desde niños para tomar estos cursos y entender un poco más a los 30 millones de mexicanos que viven en la Unión Americana con raíces que no pueden negar pero que aún quieren a América con menos racismo.
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